UN MODESTO HOMENAJE A CÉSAR ABRAHAM VALLEJO MENDOZA
“Vale un PERÚ”, es lo que se puede empezar a expresar de un ilustre peruano, que lo es no solo porque escribió poesías y prosas, reconocidas mundialmente por su destreza innovadora, si no porque su pluma recorrió antes que el papel… su corazón, su alma, su raciocinio, su análisis, su ser de hombre en su más profunda reflexión, y entendió más que nadie su ineludible cordón umbilical al mundo, si no al universo.
Por estos y muchos motivos más, es que especialistas, de siempre, de hoy y los que empiezan a descubrir en sus escritos, la enjundia del ser humano, rinden un homenaje al que me permito humildemente sumarme. Un homenaje más por los 120 años de su nacimiento.
Habiendo sido formado en los diálogos de Paco Yunque allá en el colegio José María Eguren de Barranco, (donde tal vez empieza mi alergia a la injusticia) haber vibrado de emoción ante las rimas humanas de MASA (-¡al fin de la batalla y muerto el combatiente…!-) (tal vez por eso siento tantas ganas de seguir enseñando CTA) y haber sentido que tenía alma al recitar alguna vez “piedra negra sobre una piedra blanca” o “los heraldos negros”.
Quiero, dentro de mi lampiño camino en la poesía, ofrecer, sin esperar aplauso o aprobación y menos admiración, unas modestas líneas versadas al insigne poeta; perdonen la poca altura de mi atrevido vuelo.
ME VESTÍ CON VALLEJO
Hoy, noche ya
En que Dios con un manto
Cubre su infinito
Para que duerma tranquilo.
Hoy, noche ya
Que me siento triste,
He salido a pasear
Vestido con Vallejo.
Sí, me vestí con Vallejo,
Me he puesto un abrigo…
Que se llama Vallejo;
Una camisa…
Que se llama Vallejo;
Un pantalón…
Que se llama Vallejo.
Esta piel no es mía, no
Se llama Vallejo,
Esta mente no es mía, no
Se llama Vallejo.
Porque hoy me siento triste,
Me siento apabullado,
Me siento arrancado,
Destrozado y agredido
Hoy (perdón) soy Vallejo.
Hoy los Heraldos negros
Son los botones de mi camisa
Y en cada golpe
Me dan en el pecho
Me dan en el estómago
En los puños y en las tetillas.
Y en el bolsillo de mi pantalón
Los dados eternos juegan entre ellos.
Hoy quiero decir:
“Esta tarde llueve como nunca
Y no tengo ganas de vivir corazón”
O decir:
“Alejaos de mi buenas maldades
Dulces bocas picantes
Yo la recuerdo, al veros ¡Oh, mujeres!
Pues de la vida en la perenne tarde
Nació muy poco, pero mucho muere”
Hoy me vestí con Vallejo
Porque el acento me pende del zapato
Porque oigo que el suertero grita: “la de mil”
Y porque la rueda del hambriento
Aplasta inclemente mi cabeza.
Hoy me vestí con Vallejo
Porque tengo sed y hambre de justicia
Porque mi alma ronda en pos de voluntades y
En “la cena miserable”
No quedó una miga de pan para mí?
Hoy me vestí con Vallejo
Porque el dolor metafísico
Me hace crujir los huesos.
Hoy me duele el alma y me sangra el suspiro
Por eso ¡Oh, Vallejo! Inalcanzable en tu morada
Te doy las gracias
Por haber dejado que vista contigo.
Hoy que Dios esta sordo, que se ha quedado mudo
Y que viejo, quizá, se ha quedado ciego
Para orar por él
Me vestí con Vallejo.
(02-nov-1972)
Al - Shaíd
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